La diferencia entre ser productiva y vivir en piloto automático 🌱

Ilustración de dos escenas: a la izquierda, una mujer seria entre montones de papeles y una impresora; a la derecha, la misma mujer sonriente trabajando desde casa con su laptop y una taza de café, mostrando calma y organización.
Buenos días, comunidad, feliz miércoles para todos 💫.
Hoy vengo a contarles la historia de una conocida llamada Adela 🦋.

Su historia no solo es la de una mujer trabajadora, sino la de muchas personas que, sin darse cuenta, comienzan a moverse por la vida con el piloto automático encendido.

🌿 El modo automático de Adela

Adela trabajaba en una empresa donde tenía contacto con diferentes áreas. Llevaba más de diez años ahí, había aprendido mucho del mundo de la administración y la logística. Era puntual, responsable y organizada. Sin embargo, había algo que la desgastaba cada día: las exigencias de Ivanna, la contadora principal.

Ella mandaba a su asistente a pedir las cosas impresas siempre, haciendo que Adela viviera entre tantos papeles. —Adela, Ivanna necesita que todo el archivo de clientes esté impreso antes del viernes —decía su asistente, imitando su tono firme, y con una pose que no demostraba apertura, pues la asistente quería agradar a Ivanna y hacía lo posible por cumplir con lo que ella pidiera. —Pero esos documentos ya están guardados en la nube, con respaldo en tres carpetas y tienen acceso las personas aprobadas. Así podríamos ahorrar papel y tiempo —replicaba Adela, con la esperanza de que la empresa se adaptara al cuidado del medio ambiente y responsabilidad social, pero sus intentos fueron en vano. —No, Ivanna ha dicho que quiere verlos en físico, es su forma de trabajar. Le da más seguridad. Además, así se ha hecho siempre —le respondió la asistente, sin mostrar titubeo y no dejando espacio a que Adela pudiera responder a lo que pensaba de ese "así se ha hecho siempre".

Adela respiraba hondo y seguía con su tarea. Cada impresión le sonaba como un recordatorio del tiempo que se iba, y no solo por la impresión, pues ella ya tenía los documentos guardados en la nube, pero también le recordaba el papel que se desperdiciaba y el poco sentido que tenía seguir haciendo las cosas igual si hoy en día tenemos a la tecnología que nos ayuda a mejorar la organización de documentos.

Fue entonces que tomó la decisión de comentárselo a su jefa, Sofía, con la esperanza de encontrar comprensión y quizás el inicio de un cambio en la empresa, pero obtuvo una respuesta que le dolió más de lo esperado. —Lo siento, Adela —dijo Sofía con amabilidad, pero sin margen de diálogo, —Ivanna tiene sus motivos. Hagámoslo como siempre, eso de la nube es solo una moda —le dijo. Adela sintió que ese “como siempre” era una sentencia, entendiendo que no había espacio para el cambio.

Y así pasaban los días: levantarse muy temprano, viajar más de una hora hasta la oficina, trabajar sin pausas y regresar a casa tarde, con la sensación de que su vida se resumía en dos destinos: casa y trabajo.

Empezó a notarlo todo: las mismas calles, el mismo tráfico, la misma música en la radio. Su cuerpo estaba, pero su mente ya no. Vivía en modo automático.

Intentó romper el ciclo inscribiéndose en una actividad más, el voluntariado. Le gustaba ayudar, conocer otras personas, sentir que hacía algo más. Pero aun así, el agotamiento del trabajo seguía pesando. Las montañas de papeles impresos seguían esperándola cada mañana, inmóviles, como si se burlaran de su deseo de cambio. Pero un día su cuerpo dijo BASTA.

Un diagnóstico de hipotiroidismo la obligó a detenerse. El estrés, le explicó su médico, podía empeorar su condición. Y ahí, frente al espejo, con la voz aún temblorosa, Adela decidió poner su bienestar en primer lugar. Presentó su carta de renuncia.

No fue una decisión impulsiva que tomara de manera inmadura. En la empresa hubo cambios que le dieron esperanza de que su experiencia laboral mejorara y así su condición no se viera afectada por un estrés que ella esperaba no hubiera, pero los cambios trajeron más estrés. No solo era la forma de trabajo, tampoco se sentía escuchada ni valorada. Más de diez años en una misma empresa no se dejan atrás sin miedo. Pero su salud y su equilibrio valían más, y al ver que no había los cambios que ella necesitaba en su vida profesional, lo mejor era irse sin rencores y antes de que su salud se viera más comprometida.

A veces, los problemas de salud llegan para abrirnos los ojos y hacernos ver que un trabajo no vale tu vida entera, que tú mismo eres tu prioridad y eso, querido leyente, no tiene precio.

🌸 El aprendizaje de Adela

El tiempo pasó, y la vida le dio un curioso giro. La empresa donde trabajó tantos años fue absorbida por un grupo extranjero que introdujo políticas modernas, digitales y sostenibles. Lo que antes parecía imposible, ahora era norma. Incluso Sofía, su exjefa, terminó reconociendo que Adela tenía razón en muchas cosas.

Ivanna, por su parte, también renunció, pues el cambio digital y sostenible no iba con ella, y antes de estresarse con ello, lo mejor era irse y también cuidar su salud. Tiempo después, cuando supo que Adela había renunciado, la llamó —Adela, estoy armando un nuevo equipo en una nueva empresa. ¿Te gustaría trabajar conmigo otra vez? —le dijo con una voz más suave, menos rígida. Adela sonrió, recordando los años de trabajo y todo lo que aprendió tanto de ella como de Sofía, pero el trabajo quedaba lejos, no se permitía el trabajo remoto y, por lo que vio, las condiciones serían similares a las de su trabajo anterior. No era un tema económico, le ofrecían un mejor sueldo, pero Adela ya estaba en otra etapa y madurez profesional.

Te agradezco mucho Ivanna, pero no puedo. Ahora estoy en una empresa distinta, donde vengo aprendiendo un nuevo ritmo de trabajo y visión —le explicó de manera amable, e Ivanna comprendió y le reconoció las cualidades que veía en Adela, pues se conocían de años y notaba el crecimiento profesional que Adela tuvo en la empresa y ahora lo confirmaba al conversar con ella.

Por el lado de Adela, no había resentimiento, solo gratitud. Porque gracias a ese pasado tan estructurado, Adela había aprendido el valor de la organización, la atención al detalle y la importancia de adaptarse a los nuevos tiempos.

Ahora trabajaba de forma flexible, sin tráfico, sin prisas, sin exceso de papeles. Era más productiva trabajando cinco horas con foco, que diez horas con cansancio.

Y entendió algo clave: estar ocupada no significa ser productiva. Mientras antes confundía movimiento con progreso, hoy sabía que la productividad real es aquella que respeta el equilibrio entre energía, propósito y descanso.

Como bien señala el Digital Marketing Institute, ser productivo implica priorizar lo que realmente importa, no simplemente llenar el día de tareas que pueden llegar a saturarnos mental y anímicamente. Puedes encontrar más información en su página.

Además, Adela también comprendió la rigidez de ciertos sistemas laborales. En el Perú, la jornada laboral ordinaria es de 48 horas semanales, según el artículo 25 del Decreto Legislativo Nº 854, aunque la ley no impide trabajar menos horas, muchas empresas siguen midiendo el rendimiento por tiempo y no por resultados. 👉 Fuente de la Ley de Jornada de Trabajo, Horario y Trabajo en Sobretiempo. Lo bueno es que hay varias donde se valora más la productividad que el tiempo que se pasa frente a la pantalla o imprimiendo documentos.

🦋 Reflexión personal

Ilustración de una mujer leyendo un libro al atardecer en un campo tranquilo, transmitiendo calma, sabiduría y conexión personal.
Hoy en día, Adela sabe que no es la única que ha pasado por esto y yo también estoy segura de ello. Quizás tú quien me está leyendo, también seas testimonio de que los cambios más valientes nacen del cansancio más profundo. De que el orden no debe ahogar la vida, sino acompañarla, y de que no existen personas “malas”, solo personas que aprendieron a su manera, bajo las condiciones que tuvieron.

Como bien decía mi abuelita: “Nunca dejamos de aprender, porque hasta el último día aprendemos a morir.” 💫


Y si quieres seguir aprendiendo a organizar con creatividad sin perder la emoción, te invito a leer mi entrada "De la idea al evento: cómo organizar con creatividad y equilibrio 📅💜"

❓¿Y tú, alguna vez sentiste que vivías o vives en piloto automático? ¿O conoces a alguien que, como Adela, decidió reconectarse con su vida?

💬 Te leo en los comentarios, y también te invito a leer otras entradas de mi blog. También puedes escribirme en mis redes sociales.


Saludos,


Rosario S. 🦋
@unalunamotivada
👉 [Notas que inspiran y organizan]

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